Llegué allí a la hora que ponía la invitación que me enviaron. A las 19:30 estaba delante de la discoteca Luz de Gas haciendo cola con un vestido verde enfundado y unas manoletinas negras para correr detrás del tren previniendo así todo tipo de desagradables caídas que se pueden dar con los tacones del 15 que llevaba en una bolsa Vogue rosa.
Os explico esto para hacer tiempo. El tiempo que estuvimos las tres esperando delante de la puerta mientras nos tragábamos el humo de una señora teñida de rubio oxigenado. A y 45 vimos que aparcaba una furgoneta a nuestro lado, salían unos señores y cogían los altavoces dirigiéndose a toda pastilla dentro de la sala. Ahhh!! Era eso! Faltaban los bafles. El mismo señor, con cohete dónde la espalda acaba su casto nombre, volvió para recoger un panel de luz. Ahhh!! Era eso! Faltaban los bafles y la iluminación. Después, con el mismo ritmo trepidante, volvió otra vez y cogió una especie de mesa de mezclas. Ahhh! Era eso! Faltaban los bafles, la iluminación y la mesa de mezclas. ¡BASTA!
Poco después se abrían las puertas, para nuestro sosiego, la fiesta empezó exactamente a las 20:03. Un aluvión de chicas se lanzaron hacia las puertas, con calma y tranquilidad devorando los boles de lo que en un principio se pensó que eran patatas, pero que el sabor era raruno y descubrimos que eran nachos. Nos pusimos hasta las trancas de nachos. Hasta las orejas. Y qué buenos estaban, narices! Pasado el jolgorio y comiendo un sábado con la familia me di cuenta que los nachos en cuestión están hechos en Berga, ciudad de la Cataluña central y paraíso de las vacas. Me alegré que por lo menos, se diera bombo a los productos autóctonos, que todos sabemos que merecen un empujón.
Una vez arrasados los nachos y mientras nos relamíamos vimos una paradita que había hecho unos pinchos de olivas y queso que también estaban de muerte. Y no nos pudimos resistir. ¿Qué? Estaban para eso. Fuimos cuál correcaminos al estand de Venca. Se dice que hay que seguir al rebaño para encontrar la alfalfa, y nosotras hicimos lo propio. Pedimos tres hojillas de esas que estaban repartiendo – y de lo que por cierto no teníamos ni idea de qué se trataba- llenamos los campos y nos dieron una camiseta. Muy mona, blanca de algodón perfecta para unos jeans. Según me comunicaron debía hablar con la organizadora de la fiesta, pero al preguntar a la chica de Venca me dijo que estaba missing y que no la encontraba. No me extraña. Cómo buscar una aguja en un pajar. Me comentó que si era blogger.
-Si, lo soy. Junto con otra chica.
-Ah! Es que no te tenía vista. ¿De qué blog?
-Vintage y Pastel. Hace un año que estamos.
-¿Y tenéis tarjeta?
-Por supuesto. Un momentito… –le dejé los bártulos a mi amiga y le di una de nuestras tarjetas cortadas a lo cutre-.
-Pues ahora os tengo fichadas.
-Vale!
-Ay! Y toma, que las bloggers tenéis regalito.
-jajaja! En serio?
-Sí!
Me dio una bolsa con un zapato rosa estampado, cuándo miré por encima habían varios catálogos de ropa. Lo cerré y nos desplazamos hasta el próximo puesto. Un puesto, que por cierto –por fortuna íbamos sin cenar todas- es el que pasamos más tiempo arrinconadas, echándole piropos al cocinero sobre las virtudes de su chocolate. Hace más o menos un año que escribo en este blog y creo que nunca os había comentado el paladar fino que tengo con el chocolate. Creo que lo he probado casi todo, en este aspecto gastronómico. Pues no. Ni de guasing, vamos. Recuerdo perfectamente que se nos saltaron los ojos en ese bote que daba vueltas, y que se nos saltaron aún más cuándo el hombre en cuestión empezó a repartir fresas mojadas en chocolate. Empezamos a salivar y nos pusimos cómo principal misión conseguir esas fresas cómo fuese. Tenían que ser nuestras. Tenían que deleitarnos las papilas gustativas. Conseguimos las mini fresas con chocolate. Y los las comimos cómo si éstas fueran manjar d dioses. No lo creo, seguro que tenían algún punto en común. Mientras mordíamos fresas aproveché para ponerme los pump del 15. Unos que compré por eso de “por si tengo que ir guapa a algún sitio”. Por poco me la pego, pero me dio exactamente igual. Si visteis a una chica de metro noventa, era yo.
Siguiendo el recorrido, nos encontramos con The Pink Peony que nos explicaron nosequé. En ese momento desconecté. Miré a ver si encontraba a alguien conocido, pero nada. Unos dos pasos a la derecha estaba una parada de fruta deshidratada. Buenísima, algo sosa –ya lo tiene ya la deshidratación- pero buena. Nos dieron unas muestras y contentas como pascuas fuimos a hacerle otra visita al señor de las fresas. Que para nuestra sorpresa y producción salivar había puesto toda una bandeja de fresones enormes con chocolate. Decidimos a partir de ese mismo instante que ese recoveco entre escenario y fresas sería nuestro puesto durante el resto de la noche. Empezamos con las fresas a destajo. A cada fresa que nos zampábamos salía un elogio hacia el cocinero. Estaban buenas de verdad. Poco después puso otra bandeja con tostaditas, aceite y chocolate que bufffff! Entre eso y las fresas… iban cayendo una a una sin piedad. Le dijimos a cambio que le daríamos publicidad y es lo que estoy haciendo. Se la merece. Mantuvo nuestras hambrientas tripas de estudiantes felices durante unas horas y eso se agradece. Mientras, en el escenario, salió una chica –nombre de la cual también he olvidado- que explicaba cómo combinar ropa. Chamusquina. Entraron las tres modelos: dos ultra delgadas y otra curvy. Ya sabía yo porqué me olía mal. Nadie se lo tragó. NO habían intermedios. Todas jóvenes, de metro 65 y unas con 38 y otra con 46. Ni rastro de mujeres altas, con más edad, entradas, con diferentes curvas. Nada. Parece mentira que sigamos con el mismo patrón en los grandes eventos mientras pequeños blogs –cómo el nuestro- intentan desmitificarlo. No lo ponen fácil.
Me dijeron un post y éste va con la filosofía de mi ética. Estas líneas están escritas un 24 de noviembre de 2013, exactamente una semana después. Y también a la misma hora. Cuestión de perspectiva, supongo.
Nuestra decisión de ir al lavabo fue creciendo a cada minuto. Lo necesitábamos con urgencia. Y casi me mato al subir las escaleras. Dije que hasta aquí. Que me los quitaba, sino quería acabar con alguna torcedura, o en ese justo instante con un dolor de cabeza agudo por culpa del techo bajo que alojaba los retretes. Volví a mis manoletinas. Directas a la pista había una exhibición de Zumba, con una chica simpatiquísima que nos incitó a todas las presentes a bailar. Hasta a nosotras, que eso ya tiene su mérito. Le siguió la actuación de una cantante italiana que –con cariño- no era lo suyo. Ahí me decidí a hablar con la chica por la que me dijeron que preguntase al principio. La encontré –por fin-. Preguntó que que nos parecía. Le dije que se notaba un “trabajo importante en esta segunda edición respecto a la primera que fue decepcionante”. Literalmente. Lo comprendió y comentó que la primera había estado preparada con muy poca antelación. Le respondí que ya los sabía. Me dijo que encantada de conocerme y que disfrutase y me mi pasase bien. Le dije que el placer era mío.
Poco después decidimos marchar. Es lo que tiene tener clase un viernes a primera hora. Me dio cierta pena, a decir verdad, por el señor de las fresas y porqué no podíamos comer ninguna más sin un consecuente riesgo de empacho. Y para que veáis que no todo son rosas lo que se aparenta, os muestro una foto –hecha de estrangis- mordiendo sin vergüenza dignamente una fresa. OMG! Que los vuelvan a invitar en Febrero, por Dios!
¡Hola pastelillo!
ResponderEliminarMe encantan los cambios del blog os ha quedado muy bien, diseño sencillo y elegante.
Me has sacado unas sonrisitas leyendo tu aventura del jueves, nosotras no hemos acudido a ningún envento más desde aquel que fuimos de una tienda ya ni me acuerdo de cuando.
Es una buena noticia que hayan mejorado y que esta vez lo pudieráis disfrutar más.
¡Un gran aplauso para el señor de las fresas! sin duda el protagonista del post y de la tarde-noche del jueves ;)
¡Besos! en la vida podría andar yo con tacones de 15cm ¡mi enhorabuena!
Hola dulzura!
EliminarTodavía no están todos los cambios hechos, lo que pasa es que vamos a saltos por eso de no poder hacerlo todo a la vez. Recuerdo perfectamente el de la tienda, y creo que acabamos con las mismas conclusiones, que al mayoría de gente que va a estos eventos está más estirada que un fondant de galleta. Yo sinceramente, hubiese llevado unas fresas para repartirlas entre todos los fans de VyP, pero lo de la transmutación molecular digital, todavía no ha llegado.
Un besoteeeeee!!!! Y lo de los tacones...jajajaja! Se van a quedar en caja una buena temporada.
No me ha quedado muy claro de que va esta fiesta, aunque parece que la disfrutaste un montón ;-)
ResponderEliminarBesotes
Hola Lourdes!!!!
EliminarPues si te he de ser sincera yo tampoco sé exactamente de que va. Eso, sí, nos pusimos hasta las trancas!
Un besote!!! ♥