Crítica: ‘Tenemos que hablar’

¿Quién no se acuerda de la mítica serie de ‘Los hombres de Paco? A Michelle Jenner y a Hugo Silva no los veía desde esa serie policíaca que mostraba la eficiencia de los cuerpos de los cuerpos de seguridad del estado. Nótese la ironía. Me alegra de ver esta pareja de actores de nuevo compartiendo pantalla.

Nuria (Jenner) es una chica que se quiere casar con su novio, un argentino monísimo (Ilay Kurelovic), detallista al que solo le falta la armadura y el caballo blanco. Pero primero, tiene que pedir el divorcio a Jorge (Silva) su ex marido. Por una serie de malentendidos, la chica se piensa que Jorge se ha querido suicidar tirándose por el balón, al no poder estar con ella y al soltarle el famoso ‘tenemos que hablar’, que es peor que el ‘no te sale a devolver’ de Hacienda o el ‘vas a volar con Rayanair’ de Aena. Y ojo, que no es ninguna tontería eso de aplaudir cuándo aterriza uno de los aviones de esa compañía low cost. Sobretodo si vas dentro, de pasajero. La cuestión es que a ver cómo le dice que quiere el divorcio, para soltárselo sin tener remordimiento de conciencia.

La historia empieza fuerte. Jorge les vende a los padres de ella, Patricia (interpretada por la todoterreno Verónica Forqué) y Miguel (Óscar Ladoire), unos pequeños empresarios de PYME un piso en Seseña porqué eso se revalorizará en unos años, unas acciones en el Aeropuerto de Castellón, acciones en el Fórum Filatélico, y acciones en preferentes. Cualquiera que sepa un poco de economía y que no haya estado en una cabaña perdida en la selva Amazónica sabrá que el boom de la burbuja inmobiliaria es lo que ha llevado a esté país a estar en quiebra, además de la corruPPción (no, no me he equivocado, está escrito correctamente, si son de América, busquen partidos políticos y sabrán a lo que me refiero), una de las tantas para blanquear dinero negro y en parte público era construir: como por ejemplo que Calatrava (el arquitecto chapucero) construyese una porquería de edificio que se le caen los tochos, tiene humedad…otro uso para blanquear dinero es ¿lo adivinan? ¡Construir un aeropuerto en el que no vuelen aviones en Castellón! Claro que sí.

Jorge (Hugo Silva) y Nuria (Michelle Jenner) liándola parda

Mentes lúcidas en este país dónde las hayan. Las acciones preferentes, es un sonado caso de estafa de Bankia (antigua Caja Madrid), una entidad bancaria Española. Para resumirlo un poco, se trataba de decirle a los inversores -que no eran inversores, sino en su mayoría jubilados (el más sonado era un agricultor jubilado de 88 años) que tenían ahí los ahorros de su vida y gente trabajadora y currante, porqué que yo sepa los de arriba siguen con los bolsillos llenos- que esas acciones eran a renta fija, y no variable. En otras palabras, que podían perder el dinero de un plumazo y además no tenían derecho a recuperarlo. Con lo cual, se descubrió que ¡Oh, sorpresa! Hay una falta de protección hacia los ciudadanos. En 2015 de presentó ante la Audiencia Nacional los documentos que revelaban que el Banco de España autorizó que los grandes inversores pudiesen recomprar esas acciones. Es decir, el sistema económico-político de este país está de mierda hasta el cuello y su segunda residencia es el juzgado.

Resumiendo que los padres de ella, tienen que avalar con la empresa, y con la crisis (en 2008, más o menos) lo pierden todo. Para quién no conozca la historia de España, aquí la burbuja inmobiliaria nos ha saltado en la cara y tenemos un aeropuerto en el que no hay aviones y un circuito de Fórmula 1 en el que no hay coches de F1. El colmo del absurdo. Después que nos digan que hemos vivido ‘por encima de nuestras posibilidades’ cuándo eran ellos los que despilfarraban el dinero público (el que pagamos con nuestros impuestos) para construir esas mierdas. Eso que se lo digan a la gente que se muere en los pasillos del hospital, o que no pueden llevar a sus hijos a la escuela o esas familias que ven como uno de sus hijos marchan fuera para poder tener un futuro, que aquí se nos ha negado después de tener una carrera un máster y un post grado. Que se lo digan a todas aquellas familias que no pueden pagar comida, agua, luz ni hipoteca, porqué eligen la comida antes que el agua, la luz o la hipoteca. Que se lo digan a todas aquellas personas que han sido sacadas a la fuerza de sus casas porqué el piso ‘es del banco’. Un banco que recibe todas y cada unas de las ayudas del estado mientras al populacho nos cosen a impuestos y no tenemos ni para pan. Que se lo digan a todas aquellas personas que gracias al despido libre y al contrato basura están haciendo cola en el INEM. Que se lo digan…

Lucas (Ernesto Sevilla), el amigo pervertido del protagonista y Nuria (Jenner) en una escena surrealista

Evidentemente, todo ello acaba con la relación de pareja y estropeando la vida a los padres de ella y él despidiéndose del trabajo. Así que las cosas están calentitas cuándo se vuelven a encontrar. Lo padres de ella le odian –y con razón- pero Nuria les pide que como él tiene tendencias suicidas, pues que hagan el papel de que todo les va genial. Aunque sus padres se hayan separado, la madre viva en un piso satélite a hora y media de la ciudad más próxima y se esté ganando la vida a base de hacer tortilla de patatas para un bar de la zona, y él limpiando en la oficina de su hermano.

El director, David Serrano (‘El otro lado de la cama’ (2002), ‘Días de fútbol’ (2003), ‘Días de cine’ (2007)), también ha hecho el guión junto con Diego San José (‘Ocho apellidos vascos’ (2014), ‘Ocho apellidos catalanes’, de la cual pueden leer la crítica aquí (2015)). La película está rodada íntegramente en Madrid y contó con un presupuesto estimado de 2.600.000. De la música se encarga Julio de la Rosa (‘La isla mínima’, ‘Grupo 7’, ‘7 vírgenes’) y como secundarios cuenta con los actores  Belén Cuesta (Yoli) y Ernesto Sevilla ( Lucas). A Cuesta, ya la habíamos visto en ‘Ocho apellidos catalanes’, y a Sevilla en ‘Embarazados’ y ‘Torrente 4’.

Patricia (Verónica Forqué), Nuria (Jenner) y  Miguel (Óscar Ladoire)

Una hora y media de película que se pasa en un suspiro, y que se podría incluir dentro del sub género cinematográfico de la comedia ‘screwball’ (excéntrica/alocada/de enredo, en su traducción del inglés). En américa este género fue muy popular entre los años 30-40 (la Gran Depresión) y normalmente tiene a un personaje femenino fuerte que centra su historia en un protagonista masculino, dando como resultado situaciones surrealistas, diálogos rápidos, enfocado en las relaciones de pareja y además tienen una clara intención de evadir al espectador. Ya lo dice el nombre, es un tira y afloja entre ambos protagonistas.

Para ello era necesaria una pareja que fuese muy querida en este país, una pareja que tuviese química como Jenner y Silva. Serrano, el director, es conocido por sus películas en las que mezcla comedia y drama, centrándose en los conflictos de los personajes que oscilan en la treintena.
Los gags son divertidísimos gracias a un guión rápido y dinámico, a veces monosilábico, que dota a la película del ritmo y la fluidez que debe tener una buena comedia romántica de enredo. Lo de la devolución del jamón y el caviar a El Corte Inglés tiene miga.

Añadir que no entiendo a los críticos. Para mí que una película me haga reír es todo un plus. La tachan de ‘absurda’ como si se leyesen a Carl Marx antes de acostarse o como si la palabra absurdo fuese peyorativa, cuándo no es así, porqué, parafraseando al poeta Gustavo Afolfo Béquer ‘el mundo es un absurdo animado que rueda en el vacío para asombro de sus habitantes’.

Una comedia sin pretensiones que hace sonreír –y a veces, reír a carcajadas- durante toda su proyección. Hecho más que loable, en un país tan sumido en la desesperanza. Michelle Jenner cada vez actúa mejor.

4/5

★★★★★

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Fuentes: IMDB, Filmaffinity

Imágenes: cinedor.com

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